Culiacán, Sinaloa.- Desde que Joaquín «El Chapo» Guzmán fue detenido en 2016, sus hijos levantaron la mano como los relevos naturales, pero desde entonces no han hecho sino abrir frentes con viejos aliados de su padre y traficantes con los que había un pacto de no agresión.

En los organigramas del Gobierno federal, los familiares del capo originario de La Tuna, Municipio de Badiraguato, son ubicados dentro de una célula delictiva que aparenta tener un mayor predominio en lo que denominan el Cártel de Sinaloa.

Aureliano Guzmán Loera, «El Guano»; Joaquín y Ovidio Guzmán López, «El Ratón», detenido recientemente, así como Jesús Alfredo e Iván Archivaldo Guzmán Salazar, «El Chapito», hermano e hijos de «El Chapo», son a quienes les atribuyen un liderazgo compartido.

Algunos funcionarios federales consideran que, más allá de las funciones de cada uno de ellos, todos son blancos de la Policía con la misma relevancia, dadas sus operaciones ilegales en distintas zonas del País.

Los Guzmán Salazar desde la década pasada han sido señalados como jefes de la organización en Jalisco y Nayarit, mientras que los Guzmán López y su tío «El Guano», han tenido en Sinaloa su principal zona de influencia, según un informe del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia (CENAPI).

Los jóvenes conocidos como «Los Chapitos», que andan entre los 32 y los 39 años de edad, hoy tienen menos aliados que su propio padre, al que de por sí le sobraban enemigos.

En el último lustro, los Guzmán combatieron hasta su captura a Dámaso López Núñez, «El Licenciado», quien ayudó a «El Chapo» a fugarse en 2001, y se pelearon con Ismael «El Mayo» Zambada, compadre de Guzmán Loera, y con la descendencia de Rafael Caro Quintero, familia también originaria de Badiraguato y con la que históricamente los Guzmán habían convivido en paz.

Si bien conservan el apoyo de familias como los Esparragoza en Sinaloa, los Salgueiro en Chihuahua, los Cabrera Sarabia y los Coronel en Durango, además de los Salazar en Sonora, estos clanes han sufrido bajas importantes en sus liderazgos durante la última década.

Un relevo complicado

El 8 de enero de 2016 Guzmán Loera fue capturado por tercera vez en Los Mochis, Sinaloa, y solo pasaron siete meses para que sus hijos advirtieran que el relevo delictivo no iba a ser pacífico.

Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar fueron «levantados» la noche del 14 de agosto de 2016 en un restaurante de Puerto Vallarta, Jalisco. Unos días después fueron liberados con el apoyo mediador del veterano traficante Ismael «El Mayo» Zambada, también compadre de «El Chapo».

Tiempo después las autoridades federales señalaron que, para «Los Chapitos», Dámaso López Núñez, «El Licenciado», era el principal sospechoso del plagio.

Una versión extraoficial apuntaba que Dámaso buscó una reunión con los hijos de Guzmán Loera y «El Mayo» para demostrarles que era ajeno a los hechos.

La cita fue el 4 de febrero de 2017 en un pueblo, al que llegaron todos, menos «El Licenciado». Allí, los jóvenes y Zambada fueron emboscados.

Este habría sido el inicio de la primera guerra de «Los Chapitos». La libraron contra López Núñez, quien no sólo era compadre de «El Chapo», sino también el ex subdirector de Seguridad y Custodia del Penal de Occidente, en Jalisco, que facilitó la fuga del capo el 19 de enero de 2001.

Cuando el 2 de mayo de 2017 «El Licenciado» fue detenido, se allanó a la extradición para ser entregado lo antes posible a Estados Unidos porque tenía miedo que sus nuevos rivales lo mataran en prisión.

Su hijo Dámaso López Serrano, «El Mini Lic», también se entregó a la justicia del vecino país, motivado por ese temor. Ese mismo año ambos ya estaban presos en la Unión Americana.

Tras su captura, corporaciones federales informaron que desde la recaptura de «El Chapo», Dámaso buscó a los líderes del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) para una alianza.

Los hijos de Guzmán también abrieron otros frentes contra viejos aliados de su padre.

En noviembre de 2019, Néstor Isidro García, «El Nini», operador de «Los Chapitos», y Miguel Ángel Gaxiola o Jesús Alejandro Sánchez, «El Ruso», jefe de sicarios de «El Mayo» Zambada en Culiacán, iniciaron otra disputa.

La prensa local reportó en su momento que este pleito inició porque «El Ruso» había torturado a unos agentes municipales y los hijos de «El Chapo» pidieron a Zambada que entregara a su operador, para cobrarle la factura, algo que no aceptó el capo, hoy de 74 años de edad.

Algunos funcionarios federales sospechan que desde entonces «El Mayo» ya no vive en Sinaloa, porque no hay reportes de su presencia en la entidad dentro de los informes de inteligencia de diversas corporaciones federales.

El Ejército, según documentos de Guacamaya Leaks, también ha advertido que, a raíz de este pleito, su hijo Ismael Zambada Sicairos, «El Mayito Flaco», ha sido más cauteloso en sus movimientos y en el cuidado de sus comunicaciones telefónicas.

Los aparatos de sus allegados ahora son apagados en forma sistemática.

La gente de Zambada que se ha quedado en Sinaloa también asume otro riesgo. El pasado 22 de agosto el Ejército detuvo en Culiacán a Heibar Josué Tapia Salazar, hijo del narcotraficante José Guadalupe Tapia Quintero, «El Lupe», compadre y operador de «El Mayo».

Otro de los frentes que abrieron «Los Chapitos» fue contra el clan de los Caro Quintero por las distintas plazas de Sonora.

Esta guerra quizá sea la más sangrienta de todas, pues tan sólo en los primeros cinco meses del año pasado cobró más de 400 vidas. También es la más propagandista, por las narcomantas de los dos grupos en contienda.

El principal aliado de los Guzmán en Sonora es José Crispín Salazar Zamorano, «El Tio Pin», hoy identificado como el jefe del clan de los Salazar.

El bando contrario tiene como principales mandos en la entidad a José Gil Caro Quintero, sobrino del capo Rafael Caro Quintero, así como a Rodrigo Páez Quintero, «El R», Felipe de Jesús Sosa Canisales, «El Gigio», Leonardo López, «El 20», y Ramón Quintero Páez, «El Tiko».

Los jóvenes no solo hicieron su propia lista de enemigos. Una de las herencias de su padre es la enemistad con sus primos políticos, los Beltrán Leyva, un grupo debilitado que hoy tiene al frente a Fausto Isidro Meza Flores, «El Chapo Isidro».

Desde hace por lo menos dos años, las autoridades federales tienen reportes de que esta célula delictiva, hoy con influencia en la zona norte de Sinaloa, pretende hacer alianza con el CJNG.

Los operadores del Cártel

De acuerdo con documentos de Guacamaya Leaks, el Ejército busca a 21 operadores del llamado Cártel de Sinaloa y tiene identificado a Iván Valerio Sainz Salazar como uno de los más cercanos a «Los Chapitos».

La Secretaría de la Defensa Nacional señala que Sainz Salazar es un «operador relevante y blanco de acceso a Archivaldo Iván» y tiene contactos que le proporcionan información de primera mano de los movimientos de las distintas corporaciones.

A su vez, un sujeto apodado «El Chino» o «El Takataka» está identificado como el hombre de mayor confianza de Sainz Salazar.

Entre la veintena de operadores de la organización criminal, fichados por la Inteligencia Militar, se encuentran asesinos, desertores de la Armada de México, abogados, distribuidores de droga y ex convictos.

Carlos Enrique Martínez Cuesta, «El Marino» o «El 5», nacido el 21 de noviembre de 1985 en Colima, está señalado en el documento como un operador importante en la estructura criminal en su entidad.

«Ha tratado de independizarse con la denominación ‘Los exiliados’, por las diferencias entre grupos internos, es desertor de la Secretaría de Marina donde se desempeñó como chofer del titular de la Sexta Región Naval», dice la Sedena sobre este sujeto que tiene su residencia en El Colomo, Manzanillo.

Óscar Alejandro Tirado Lizárraga, «El Piki» o «El 100», quien nació el 16 de junio de 1991 en Sinaloa, es referido como líder criminal en esa entidad y responsable de supervisar los recursos de la organización, cooptar autoridades y dirigir un grupo de choque.

Este sujeto es cuñado de otro operador de este grupo delictivo, identificado como Jorge Raúl Rosales Cristerna, «El R-18», nacido el 9 de septiembre de 1986 en Tamaulipas y egresado del Penal del Altiplano.

El reporte de inteligencia indica que también es cómplice Julio César Antonio Jaramillo, «El 41», un abogado de 35 años de edad, originario del Estado de México, quien supuestamente es el principal enlace con «El R-18» e dirige la distribución de las finanzas y las zonas de operación.

Otro nombre que aparece es el de Adrián Rivas Cisneros, «El Cachorro» o «El Antena», colimense de 33 años y operador en Tecomán, identificado por el Ejército como hombre de confianza de «El R-18».

«Fue detenido con droga y armas en Celaya, Guanajuato, el 16 de febrero de 2020, junto con Froylán Espinosa y seis personas más, actualmente en libertad», señala el reporte.

En la lista de blancos del Cártel de Sinaloa, también están Daniel Jiménez Rodríguez, «El R-2»; Rodolfo Araiza Ortega, «El 1» o «El Fénix»; Froylán Espinoza Flores, «El Número»; Jorge Alberto Rincón Nicolás, «El Panini», y Alejandro Yair Mireles Salazar.

Se agregan Ulises Velasco Lepe, Alejandro Camacho Avalos, «Amistad»; Julio César Burelo Sánchez, «El Flaco» o «El Tóxico»; Luis Alberto Ascencio Espinoza, «El Popeye»; Hugo César Rodríguez Palomino, «El Prieto», y Marco Antonio Hueso Mora, «Toño».

También David Fausto Godínez, «El Chuky»; Edwin Manuel Olivares Cortés, «El Morro»; Álvaro Alejandro Solorio Vivian, «El Varo», y Rogelio López Rincón, «El R-2».